domingo, 16 de diciembre de 2007

Tus besos saben a que sabes, o lo único malo de la Costumbre es que cada día me gusta más

No me canso de repetir lo maravillosamente afortunado que soy al haberte conocido. Llegaste a mi vida en el momento preciso. En tí me he reencontrado conmigo mismo: aprehenderte lentamente es saborear las aguas de un oasis a mitad de un fatigoso e hirviente desierto. Siento que me has quitado la arena de los ojos y me has devuelto el aliento que un viento huracanado me robó.

El viernes conociste a mis dos amigas de generación más queridas y compartimos cervezas, bromas y besos furtivos con insospechadas compañías. Me gustan tus labios en Coyoacán, me abriga tu sonrisa clara en la frialdad de la noche, me fascina tu mirada infinita y tus manos de dedos largos y caricias suaves.

Tras tu clase de griego moderno y mis dos compromisos laborales (estimado sr. V. y adorada sra. L.), nos vemos, algo muertos de hambre. Tenemos antojo de comida china: el agua de naranja acompaña dos platos para cada uno; por poco no nos cabe el postre. Te enteras de un proyecto que podría (o no) suceder en poco tiempo, y no te alejas: te noto más cercano, más fresco, más sincero. Caminamos al metrobús, llegamos a tu depa. La Gorda nos mira juguetona desde la levedad de su canina existencia.

Que se cierre esa puerta que no me deja estar a solas con tus besos. Los minutos pasan raudos, incontables. El ritmo lento es virtud y las tres interrupciones, castigo. Me conoce A., tu roomie, y salimos prestos para Antara. Te gustan los jardínes y las plantas: te adivino pacífico y en efecto, resultas un remanso de tranquilidad impensable en estos tiempos de relaciones líquidas. Te conoce Fer Tapia (más panameño que nunca). Departimos. Platicamos de todo, y la decoración y Sharper Image nos miran, más comerciales que nunca.


Siguiente destino: Pabellón Polanco. La música navideña de grandes bandas no puede ponerme de mejor humor. Vamos a mi segundo Starbucks favorito (acabo de recordar que el de Dr. Gálvez me gusta más). Te enteras donde vive el Dr. B. Los besos en la mesa cobran una víctima: tu latte. Reímos como niños y apuramos nuestros pasos.

Me preguntas si mi vida ha sido difícil. Te respondo que no lo sé, que dejé por mucho tiempo que mi pasado me determinara, que estoy dispuesto a vivir el presente como el único momento que realmente importa. Tú dices que tu vida ha sido un punto intermedio, yo admiro que hayas dejado Morelia, familia, amigos, todo. Ya te lo decía Mónica y ya lo suponía yo: dejaste mucho para hacer lo que tenías y querías hacer. Te estás labrando tu propio presente, self-made man (yo te miro y admiro).

Entramos a ver The golden compass. La historia atrapa, Nicole Kidman actúa como nunca, tus besos son el mejor azúcar para el té de frambuesa. Veremos Encantada, y terminaremos mañana El efecto mariposa. Caminamos, busco la ruta más pintoresca (la joie de [se] promener), te cuento sobre la escasez y la fragmentación monetaria en México y me entusiasmo como nunca contándote por qué me encanta la historia económica. Admiramos el ególatra volumen de Moliére 222 a. k. a. Corporativo Grupo Bal. Tu lengua hace divertido el recorrido. Masaryk es un inusual desierto decembrino.

El Hotel W es testigo silencioso de nuestra cena-antojo. Llega el momento de despedirse en el metro. Bastan un beso y una mirada y regresamos a la hidra de veinticinco millones de cabezas. Pero esta noche ambos sabemos que no estamos solos. I care about you. I will take care of you.

4 comentarios:

Memo de León dijo...

Aaaaaaaaaaay, qué cursi eres, Manu! :p

Jaja, vientos huracanados!

Yayo Salva dijo...

¡Me gusta tanto cuando escribes de tus estados anímicos de plenitud! Porque entre sus líneas descubro a ese Manu sensible e intenso, apasionado.
Un fuerte abrazo.

Cobayo dijo...

Ya ve, la vida no es lo que parece. Y ahora dígame si no vale más un corazón con cicatricez que uno entero. Un abrazo.

Sidurti dijo...

Albricias darling.
Y me da gusto leerte más seguido. Falta nuestro encuentro anual ya de tradición.
Por cierto, te invito a mi ciberpedacito privado.
Atte. Tu niña